jueves, 18 de diciembre de 2014

Qué ruido tan triste.

Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman, 
parece como el viento que se mece en otoño 
sobre adolescentes mutilados, 
mientras las manos llueven, 
manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas, 
cataratas de manos que fueron un día 
flores en el jardín de un diminuto bolsillo. 

Las flores son arena y los niños son hojas, 
y su leve ruido es amable al oído 
cuando ríen, cuando aman, cuando besan, 
cuando besan el fondo 
de un hombre joven y cansado 
porque antaño soñó mucho día y noche. 

Mas los niños no saben, 
ni tampoco las manos llueven como dicen; 
así el hombre, cansado de estar solo con sus sueños, 
invoca los bolsillos que abandonan arena, 
arena de las flores, 
para que un día decoren su semblante de muerto.


Luis Cernuda.