jueves, 2 de febrero de 2017

En segunda persona, por primera vez, tú siendo yo.

Estabas sentada en el suelo de tu habitación, con la espalda apoyada en unos cómodos cojines situados junto a la pared. Tus manos sujetaban una taza de tu té favorito y a tu izquierda se encontraba una caja de dulces japoneses, tus preferidos.
El calor de la taza se propagaba por todas tus manos y a la misma vez por tu frágil y delicado cuerpo. Mientras tomabas el té, veías una película en tu pequeño portátil. Sonreías y soñabas con ser aquella chica que recibía rosas cada viernes y vivía en lugar confortable y bonito, lleno de plantas, animales y gente amable y risueña. Pero, a la misma vez, tu mente confundida empezó a pensar en que, el lugar donde realmente te hallabas, no era como tu deseabas.Tu cuerpo comenzó a helarse poco a poco. Empezaste a llorar lentamente, como habitualmente, cada lágrima caía se forma serena por tus pómulos y terminaban mojando tu camiseta, dejando la marca de cada gota de tristeza.
Decidiste cerrar el portátil repentinamente, sin haber acabado aquella película, dejaste la taza de té en un pequeño hueco que encontraste entre toda tu pila de libros y decidiste acostarte en tu cálida cama, con aquella funda llena de dibujos de plantas y tu grande manta con una fotografía de tu ciudad favorita, Londres, Esa manta de Londres, la que había vivido mil aventuras. Miles de sonrisas y miles de caídas al vacío. Te tapaste con ella y agarraste uno de los cojines para abrazarte a él, pensando como cada noche en que ese cojín algún día pasará a ser una persona. Apoyaste la cabeza sobre la almohada, aún con la cara empapada y te quedaste dormida. La habitación se encontraba iluminada por dos velas ya que tenías miedo últimamente a sentirte sola, y la oscuridad te daba esa horrible sensación de soledad a la que tanto temías. Pasada media hora, ambas velas se consumieron y tú, ya soñabas, como de costumbre, con algo inalcanzable.

- Lucy, Rab.